“AEMET estima que desde los años 80 del siglo XX los veranos se han alargado diez días cada década.”

El verano es el concepto en torno al que gira “Scenes: Aún quedan días de verano.”

El verano nos brinda la oportunidad de escapar de las obligaciones del día a día y abandonar por un momento la rutina; nos invita a concentrar nuestro tiempo y energía en aquellas cosas que nos importan, más allá del trabajo. La tecnología, la política o la economía quedan suspendidas en el aire para no romper la magia de las vacaciones.

En su lugar hablábamos de los sitios que hemos visitado, a quién hemos conocido o qué novela hemos disfrutado, fingiendo no saber que son los factores políticos, económicos o sociales los que permiten estas elecciones.

El verano está asociado a unas ideas muy concretas. Vacaciones, playa, sol, helados, excursiones… Sin embargo, estos arquetipos no tienen más que unas décadas de vida, los veranos del futuro puede que sean muy distintos a como los conocemos hoy.

¿Cómo podría ser el verano en el año 2100? En esta cena utilizamos la idea de verano y su imaginario como herramientas para explorar un futuro sin caer en la utopía o distopía. Investigamos las conversaciones que existen sobre el verano y las temáticas que lo atraviesan, trabajo, economía, ocio o alimentación, para así entender los cambios emergentes que pueden redefinir cómo vivimos la estación estival.

Las vacaciones, las relaciones personales y el calor fueron las tres palancas clave para explorar los muchos temas que atraviesan la idea de verano, ya sea el turismo, el estatus, la belleza, la alimentación o el trabajo. La economía de la sensación, El buen ancestro y Un mundo más caliente son los nombres que hemos asignado a cada una de estas narrativas de cambio. Durante la cena se exploraron cada una de ellas a través de distintos debates y dinámicas.

Economía de la sensación
‘It takes synesthesia, sensing in new ways across senses. It takes warmth, weirdness, and wonder.’
Nora Bateson

En la Economía de la Sensación la búsqueda del placer pasa por generar experiencias que eviten el sufrimiento.

El principal fin de las vacaciones es hacernos sentir bien tras un año de trabajo y sacrificio. Sin embargo, ¿podremos hacerlo aún sin vuelos baratos? Frente al burnout y el aumento del coste de vida, quizás la clave no esté en conseguir mejores compensaciones sino en disfrutar de los procesos, de las cosas que hacemos cada día. Puede que tengamos que reestructurar las actividades que hacemos cada día. Comprender las sensaciones que nos hacen sentir bien.

El buen ancestro
En 2100 se proyecta que el 40% de la población en España será mayor de 60 años, actualmente es el 25%.
Fuente: UN. World Population Prospects 2022

El buen ancestro incita a que distintas generaciones muy alejadas convivan con igual legitimidad.

El verano es una idea que empieza a definirse en la infancia gracias a las vacaciones escolares. Durante gran parte de esta etapa vital e incluso en la adolescencia contamos con casi 3 meses que crean el mito del ‘verano eterno’. Puede que en el 2100 ya no sea éste el caso. Si cada vez hay menos jóvenes, quizás el significado del verano podría cambiar. La proyección de Naciones Unidas es que en España en el 2100 el 40% de la población será mayor de 60 en España. En esta circunstancia, la población en edad escolar sería un porcentaje muy pequeño. El peso cultural del verano de la infancia podría desaparecer.

Un mundo más caliente
La Agencia Internacional de la Energía apunta que con las promesas que hay sobre la mesa, la temperatura media global subirá 2,6 ºC en 2100.

Un mundo más caliente nos empuja a priorizar aquellas cosas que nos gustaría salvar del fuego. El calor es una referencia clave en el verano. Sin embargo, el calor en el futuro parece ser una característica que va más allá de la época veraniega. El aumento de las temperaturas es otro de los cambios sistémicos y multifactoriales.